Editors’ note: Please see below for the Spanish language version of this article. Many thanks to Aida Haddad and Alejandra Spir Haddad for the translation.
On January 19, 2022, the Committee on Mission Responsibility Through Investment (MRTI) voted to recommend that the Presbyterian Church (U.S.A.) divest from five fossil fuel companies: Chevron, ExxonMobil, Marathon Petroleum, Phillips 66 and Valero Energy. The vote came after many years of PC(USA) shareholder engagement with these companies — a process in which shareholders, such as the PC(USA), use their position in public companies, such as these five energy companies, to influence corporate decision making.
In the last six years, the shareholder engagement of the denomination with these five companies has been directed by a set of guidelines crafted in consultation with communities on the frontlines of climate change as well as Fossil Free PC(USA). The goal of these guidelines was to encourage the companies to support the commitment of the Paris Agreement, an international treaty on climate change, to work to limit global warming to below two degrees Celsius, preferably below 1.5 degrees.
In 2014, the PC(USA) first took up the question of investment in the fossil fuel industry. Back then, we Presbyterians could still reasonably argue that many people in our North American pews hadn’t yet experienced the climate crisis firsthand. Those of us who advocated for divestment believed it would be a bold and faithful strategy. Yet, we acknowledged that many of us had the racial and economic privilege that would prevent us from feeling the brunt of climate change: rising temperatures, more frequent and less predictable storms, hotter summers, and destabilized winter weather, all with the social and infrastructural implications of our broken world.
General Assembly’s first call to divest from companies engaging in fossil fuel extraction, production, and distribution was sent to MRTI, the PC(USA) committee that oversees shareholder engagement, not climate justice or divestment. Not only has MRTI done the engagement it’s tasked with doing, but they have also done the additional legwork to learn more about the climate crisis. We are grateful for that work. Now, we believe it’s time for a different and more comprehensive approach.
Shareholder engagement is a slow and methodical process by design. Meanwhile, millions of people around the world participated in the Climate Strikes in 2019, demanding real and fast action to respond to climate change. Meanwhile, trillions of dollars have been divested from the fossil fuel industry and reinvested in a just climate transition by over a thousand religious, municipal, and educational institutions. Meanwhile, more fossil-free options have emerged for individual and institutional investments. Given all of this, we believe the PC(USA) must create a new economic plan for dealing with climate change.
Governments worldwide have missed critical benchmarks outlined in the Paris Accord. United Nations summits have failed to adequately center the needs of communities that have faced the brunt of climate change. People around the world are feeling the effects of this crisis, regardless of social privilege. We are facing climate chaos, and we continue to fall short of God’s call to care for creation and love our neighbors.
With this recommendation to divest from five fossil fuel companies, the PC(USA) can support a wide array of climate and environmental justice overtures and recommendations in our General Assembly. We must be willing as a denomination to boldly support these endeavors from a place of faith, remembering the Gospel teaching, “For where your treasure is, there your heart will also be” (Matthew 6:21). It’s time to address climate change comprehensively: to reduce our carbon footprint, to invest in reforestation and a green future, to affirm and uphold international conventions on cooperative efforts, to support divestment from fossil fuels. In faith, let us do all the things.
La crisis climática exige una respuesta audaz y fiel de parte de nosotros. Por la rev. abby mohaupt (traducción por Aida Haddad y Alejandra Spir Haddad)
El 19 de enero de 2022, el Comité de Responsabilidad de la Misión a través de la Inversión (MRTI) votó para recomendar la desinversión de acciones en cinco compañías de combustibles provenientes de fósiles: Chevron, ExxonMobil, Marathon Petroleum, Phillips 66 y Valero Energy. La votación se produjo después de muchos años de compromiso activo de los accionistas con estas empresas; en los últimos 6 años, ese compromiso ha sido en el contexto de criterios que fueron redactados en consulta con comunidades locales y de primera línea, así como con Fossil Free PCUSA.
En el 2014, PCUSA abordó por primera vez el cuestionamiento de las inversiones en la industria de los combustibles provenientes de fósiles. En aquel entonces, nosotros los Presbiterianos todavía podíamos argumentar razonablemente que muchas personas en nuestras iglesias de América del Norte aún no habían sido afectadas directamente por la crisis climática. Nosotros los que abogamos por la desinversión como una estrategia audaz y fiel reconocimos que muchos de nosotros hemos tenido privilegios raciales y económicos que nos impedían sufrir los estragos producidos por el cambio climático: como el aumento de las temperaturas, tormentas más frecuentes y menos predecibles, veranos más calurosos y un clima invernal desestabilizado, todo esto con las implicaciones sociales e infraestructurales de nuestro mundo quebrantado.
El primer llamado de la Asamblea General a desinvertir de empresas dedicadas a la extracción, producción y distribución de combustibles provenientes de fósiles se envió a MRTI, un comité encargado principalmente de promover la participación de los accionistas, sin ningún interés en justicia climática o en desinversión. MRTI no solo ha cumplido con el compromiso que se le ha encomendado, sino que también ha realizado el trabajo de educarse para entender la crisis climática. Expresamos nuestro agradecimiento por ese trabajo y reconocemos que ahora es el momento de emprender un trabajo diferente y más completo.
La participación de los accionistas es un proceso diseñado para ser lento y metódico. Pero mientras este proceso se mueve lentamente, millones de personas en todo el mundo participaron en el 2019 en Huelgas Climáticas que exigieron acciones reales y rápidas para responder al cambio climático y más de mil instituciones religiosas, municipales y educativas removieron billones de dólares de la industria de los combustibles provenientes de fósiles y reinvirtieron en una transición climática justa. Mientras nuestro proceso metódico se movía lentamente, en otras instituciones surgieron una variedad de opciones para inversiones individuales e institucionales en combustibles libres de fósiles. Hoy en día existen otros procesos a los que PCUSA debe unirse.
Varios gobiernos alrededor del mundo incumplieron con los puntos de referencia críticos descritos en el Acuerdo de París para ayudar a limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C. Las cumbres de las Naciones Unidas no han logrado identificar adecuadamente las necesidades de las comunidades que han sufrido los peores efectos del cambio climático. Hoy todos estamos sintiendo los efectos de esta crisis climática independientemente de nuestro privilegio social. Todos estamos siendo afectados por el caos climático y sin embargo seguimos incumpliendo con el llamado de Dios de cuidar su creación y de amar a nuestros vecinos.
Con esta recomendación de desinvertir de cinco compañías de combustibles provenientes de fósiles, PCUSA también tiene la oportunidad de apoyar una amplia gama de propuestas y recomendaciones de justicia climática y ambiental en nuestra Asamblea General. Debemos estar dispuestos como denominación a apoyar con valentía estos esfuerzos como personas de fe, recordando la enseñanza del evangelio: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón” (Mateo 6:21). Es hora de asumir todo lo posible para responder al cambio climático: reducir nuestra huella de carbono; invertir en reforestación y un futuro verde; afirmar y defender las convenciones internacionales sobre esfuerzos cooperativos para apoyar la desinversión en los combustibles provenientes de fósiles. Como personas de fe, hagamos todas las cosas.